
Barrio Libertador
Convertidos en chicharrones, huesos de marrano o el infaltable espinazo para la sopa de cuchuco, los cerdos son el centro de animados almuerzos que complementados con fritanga, cerveza y una variedad de frituras, convocan a familias y amigos en Tunja. Su crianza es también una práctica, hoy en día una industria, que se remonta hasta los orígenes mismos de la colonización española de las tierras boyacenses. Los restaurantes donde cocineras prodigiosas ponen en práctica conocimientos ancestrales en la preparación de esos manjares que miles de comensales disfrutan –especialmente los jueves– son otra tradición. Ubicados en el barrio Libertador, expresan esa mezcla entre lo urbano y lo rural, pues la manera como allí se preparan y comparten los apetitosos platos en un ambiente representativo de la ciudad popular, de la construida quizá sin planeación a partir del esfuerzo de gentes trabajadoras, tiene sus raíces en el campo, en las gentes igualmente laboriosas de la vereda de Runta.
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